Mis pinitos en el mundo de la ingeniería de juguetes son una vergüenza al lado del invento de Javier. Mi compañero de profesión tiene dos años y un cerebro menos deformado que el mío. Para él, todo puede ser un juguete.
Ayudaba a su madre a colocar la ropa de su padre en el armario cuando descubrió el cinturón. Era el material perfecto para desarrollar su idea. Exclamó: "¡totes, totes!" Y su madre, sin entenderle muy bien, le entregó aquello que le indicaba con el dedo. Con prisas se marchó a su cuarto. Al cabo de unos minutos, ya había terminado su obra de ingeniería.
Su objetivo: Un circuito para sus coches
Su inspiración: Ninguna. De ahí su mérito e invento.
Ingredientes: 1 cinturón de papá
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